Tras atravesar el Gran Atlas, llegamos a Marrakech, ciudad imperial y capital del turismo marroquí. Entramos a la ciudad recorriendo su palmeral. El Palmeral de Marrakech tiene más de 100.000 palmeras y fue plantado durante la dinastía almorávide en un terreno de más de 13.000 hectáreas. Actualmente el palmeral está considerado una zona de lujo que incluye residencias, hoteles y campos de golf.
Tras instalarnos en un camping en la periferia de la ciudad y descansar un rato, un minibus reservado por la organización nos espera para llevarnos a tomar contacto con la ciudad. Descendemos cerca de la puerta de Bag Agnaou, una de las 19 puertas que tiene la muralla de la medina. Tenemos la oportunidad de entrar en una herboristería, que aparte de ofrecer auténtico aceite de argán, tiene una gran variedad de productos naturales.
Damos un paseo desde Bag Agnaou hasta la Plaza Jamaa el Fna que es la plaza central de Marrakech y el lugar más importante de la medina. En ella, se desarrolla la vida pública de Marrakech tanto de día como especialmente cuando anochece, ya que se llena de puestos de comida y zumos, tenderetes de todo tipo y variopintos espectáculos callejeros. Como comienza a llover, nos adentramos en el zoco que se extiende desde el norte de la plaza y ocupa decenas de laberínticas calles. En él se puede comprar todo tipo de ropa, especias, comida, artesanía y productos típicos. Como no para de llover, la plaza se encuentra casi desértica...
Una vez realizadas varias compras, regresamos al lugar donde nos espera el minibus para regresar al camping, frente a la Mezquita de la Koutubia, cuyo minarete se puede observar desde cualquier punto de la medina y esta considerada como el prototipo de la Giralda de Sevilla. El ambiente nocturno de la plaza deberá esperar para el día siguiente, pero la experiencia de recorrer el zoco, sus colores, olores y callejas es una experiencia inolvidable, de las muchas que nos está deparando el viaje.